INCLUSIÓN Y DIVERSIDAD EN EL AULA


La diversidad que nos encontramos en las aulas cada vez es más latente y no se reduce a los estudiantes con necesidades educativas especiales, sino a la colectividad del alumnado, debido a los cambios culturales, sociales y económicos. Aprendices visuales, niños con talentos, alumnado extranjero, de contextos desfavorecidos, con estilos de aprendizaje variados, con falta de motivación en la escuela y un exceso de motivación en los recursos tecnológicos… Todos ellos conforman un crisol difícil de atender desde un modelo de currículo único, homogéneo y magistral.
Por eso, cada vez más docentes comienzan una nueva etapa en la que se sienten desbordados por la diversidad de sus aulas y no saben cómo afrontarla desde el modelo de enseñanza unificada.
La escuela debe reaccionar a estos cambios y ofrecer un marco de enseñanza-aprendizaje que se adapte a los estudiantes y sea válido para unos y para otros; un marco para la presencia, participación y progreso de todo su alumnado. Es lo que denominamos escuela inclusiva: aquella que asume y respeta la diversidad, aprende de ella y la aprovecha como fuente de aprendizaje y enriquecimiento en sus aulas.
Así, para que una escuela sea inclusiva debe ofrecer tres elementos esenciales:
- Metodologías activas: fomentan la participación de todo el alumnado y favorecen la implicación de diferentes formas a la hora de afrontar una tarea, un reto, proyecto despertando sus intereses y motivaciones. La fuente primaria del aprendizaje.
- El aprendizaje cooperativo: fuente de andamiaje ante las formas de abordar un reto. Las denominadas ‘redes de iguales’ son esenciales para que todo el alumnado pueda afrontar pruebas situándose en su ‘zona de desarrollo próximo’ y apoyándose en la fuerza colectiva del equipo.
- La enseñanza multinivel como máxima expresión de currículo flexible: otorga al alumnado diferentes niveles de complejidad en la realización de las actividades y ejercicios. Peldaños desde los que situarse para afrontar retos superiores de pensamiento. Es decir, un currículo para todos.

Estos tres elementos permiten cumplir el primer principio del Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA), denominado también Principio de Implicación del Alumnado.



El DUA es una propuesta general de ajuste del currículo que permite la accesibilidad universal, minimizando o eliminando las adaptaciones curriculares. En primer lugar, denomina al currículo como ‘discapacitante’ al situar el foco de la problemática en las barreras a la participación que propone cuando no se tiene en cuenta la diversidad del alumnado.
En segundo lugar, además de establecer el primer Principio de Implicación para favorecer alternativas que motiven, estimulen y retroalimenten al alumnado, el DUA sugiere que cualquier actividad se diseñe con múltiples formas de presentación para que pueda ser comprendida y asimilada por estudiantes con diferentes modos de procesar esa información.
Por último, considera que el profesorado sea lo suficientemente flexible en el diseño de una actividad para que expresen sus aprendizajes y se les brinde la oportunidad de elegir la mejor manera de hacerlo.

Estos tres principios del DUA basados en la alternativa y la elección deben ser incluidos en todos los modelos didácticos elaborados por cualquier docente, independientemente del alumnado que tenga en sus aulas.







Bibliografía

UNIR (17 de junio de 2020). El aula inclusiva, todo un reto para la educación del siglo XXI.

UNIR (11 de julio de 2017). La inclusión en el aula y el valor de la amistad: un tándem ganador.

Educación 3.0 (15 de marzo de 2019). Inclusión frente a la diversidad en las aulas. 


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